El poeta que acusó al emperador
Por razones misteriosas que tal vez si se revelaran parecerían banales, en el año 8 de nuestra era el emperador Augusto desterró de Roma al poeta Publio Ovidio Nasón. Ovidio terminó sus días en una aldea apartada en la costa occidental del mar Negro, añorando Roma. Había vivido en el centro del centro del imperio, que, en aquellos tiempos, era equivalente al mundo; para él el destierro era como una sentencia de muerte; porque no podía concebir la vida fuera de su amada ciudad. Según el propio Ovidio, la causa de aquel castigo imperial había sido un poema. No sabemos qué palabras contenía ese poema, pero eran lo bastante poderosas como para aterrorizar a un emperador. Al menos en un sentido, toda literatura es acción cívica; porque es memoria. Toda literatura preserva algo que de otra manera desaparecería con el cuerpo del escritor. Leer es reclamar el derecho a esta inmortalidad humana, porque la memoria de la escritura es totalizadora e ilimitada. Como individuos, los humanos rec...