Inteligencia artificial
Lo que la historia de las tecnologías intelectuales nos demuestra es que la introducción de los ordenadores en algunas actividades humanas complejas puede constituir un compromiso irreversible. Nuestra vida intelectual y social, al igual que nuestra rutinas industriales, puede acabar reflejando la forma en que el ordenador les impone. Lo que nos hace más humanos es lo que menos tenemos de computable: las conexiones entre nuestra mente y nuestro cuerpo, las experiencias que conforman nuestra memoria y nuestra pensamiento, nuestra capacidad para las emociones y la empatía. El gran riesgo al que nos enfrentarnos al implicarnos intimamente con nuestros ordenadores - al pasar por cada vez más experiencias vitales a través de los incorpóreos símbolos que parpadean vacilantes en nuestra pantalla - es el de empezar a perder nuestra humanidad, al sacrificar las cualidades que nos separan de las máquinas. La única manera de evitar ese destino es...