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Mostrando entradas de septiembre, 2013

¿Para acabar con los ricos?

Mediados de los 70, la televisión sueca invitó a Otelo Saraiva de Carvalho a hablar con Olof Palme ante las cámaras. «Para acabar con los ricos» dijo el teniente coronel portugués cuando Palmé le preguntó por qué y para qué se había hecho la revolución de los claveles en Portugal. «Fíjese que curioso, aquí», contestó Palme, «todo lo que hacemos lo hacemos para acabar con los pobres».

Las virtudes del mercado cuando se aprenden demasiado tarde

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Se supone que la gran virtud del mercado es su eficiencia. Pero, evidentemente, el mercado no es eficiente. La ley más elemental de la teoría económica es que la demanda iguale a la oferta. Pero tenemos un mundo en el que existen gigantescas necesidades no satisfechas (inversiones para sacar a los pobres de la miseria, para promover el desarrollo en los países menos desarrollados de África, o para adaptar la economía global para afrontar los desafíos del calentamiento global). Al mismo tiempo tenemos ingentes cantidades de recursos infrautilizados (trabajadores y maquinaria parada que no están produciendo todo su potencial). Si por lo menos los mercados hubieran cumplido de verdad las promesas de mejorar el nivel de vida de la mayoría de los ciudadanos, todos los pecados de las grandes corporaciones, las aparentes injusticias sociales, las injurias a nuestro medio ambiente, la explotación de los más pobres podría perdonarse. Pero los mercados no sólo no están cumpliendo lo que prometí...

Votar es nuestra responsabilidad

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La teoría política y económica moderna predecía que los resultados de los procesos electorales donde cada persona tiene un voto reflejarían los puntos de vista del ciudadano medio, no el de las élites. Más concretamente, la teoría estándar, que se basa en unos individuos con una preferencias bien definidas y que votan en su propio interés, predice que el resultado de una elecciones democráticas reflejaría el punto de vista del votante "mediano". En el caso del gasto público, por ejemplo, la teoría dice que la mitad de los votantes querrían que hubiese más gasto y la otra mitad querría que hubiese menos. Pero las urnas revelas constantemente que existen grandes discrepancias entre lo que quiere la mayoría de los votantes y lo que depara el sistema político. Votar es nuestra responsabilidad. Ese tipo de virtud ciudadana no debería darse por descontado. Pero si arraiga la convicción de que el sistema político está amañado, que es injusto, los individuos se sentirán liberados d...