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Mostrando entradas de 2017

El trato a los animales. Los toros como ejemplo.

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Vaya por delante  Promover una ética del cuidado de lo valioso y del respeto a los derechos de los seres que tienen dignidad es exigencia de una ética del presente y del futuro. Pero sabiendo reconocer la diferencia entre el valor moral de las personas y el de los animales, una diferencia que lleva, no a incurrir en “especismo”, sino a saber establecer prioridades. Cosa que es indispensable en la vida humana, en que se hace necesario inevitablemente tomar decisiones y, por lo tanto, priorizar. En el momento actual la mitad de la humanidad está por debajo del límite de la pobreza y una quinta parte por debajo del límite de la pobreza extrema; las guerras y conflictos, pero también terremotos y maremotos están destruyendo vidas humanas, obligando a emigrar en condiciones terribles, dañando la salud de forma irreversible. La tragedia de los refugiados políticos y de los inmigrantes pobres saca a la luz la miseria de nuestras convicciones éticas. Erradicar la pobreza extrema y...

Las zapatillas de deporte

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Cuando yo era pequeño (estamos hablando de primeros de los años setenta), había un día en que se iba a comprar las zapatillas de deporte. La tienda a la que se iba era la misma tienda en la que se compraban las chanclas o los zapatos de vestir, lo único era que en una esquina había la minúscula sección de las zapatillas de deporte. Generalmente, estaba apartada; en todo caso, lejos de los escaparates. Era muy pequeña. Estaba en el resto de la tienda como la hora del recreo en un día de colegio de curas. En aquellos tiempos, si uno tenía que comprarse unas zapatillas de deporte, la elección se limitaba prácticamente entre Paredes blancas o Paredes azules. Es decir, lo que pasaba en mi familia era esto. En realidad, al menos teóricamente, existían otras posibilidades. Los más pijos y/o ricos compraban las míticas Adidas, con tres listas al lado, suela perfilada, refuerzos delante y atrás. Existían tres o cuatro modelos: recuerdo que a mí me volvían loco unas que se llamaban Rom. Adi...

Mi oficio

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Mi oficio es el diseño, y lo conozco bien desde hace mucho tiempo. Cuando me pongo a aplicar el diseño en mi trabajo me siento extraordinariamente a gusto y me muevo en un elemento que me parece conocer extraordinariamente bien: utilizo herramientas que me son conocidas y familiares y las siento bien firmes en mis manos. Avanzo con seguridad y firmeza, convencido de que podré sortear con facilidad los retos que me encuentre por el camino. Si hago cualquier cosa, si estudio una lengua extranjera, si intento aprender historia, o mecanografía, o si intento memorizar la tabla periódica, sufro y me pregunto continuamente cómo hacen los otros estas mismas cosas, me parece siempre que debe haber una forma buena de hacer estas mismas cosas que los demás consiguen y resultan imposibles para mí. Y me parece que soy torpe, sordo o ciego, y siento como un malestar en el fondo de mí. Por el contrario, cuando diseño no pienso nunca que quizá hay una forma mejor de la que se si...

Sobre hombres, mujeres y "los otros"...

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  ¿La división entre hombres y mujeres es un producto de la imaginación, como el sistema de castas en la India y el sistema racial en América, o es una división natural con profundas raíces biológicas? Y si realmente es una división natural, ¿existen asimismo explicaciones biológicas para la preferencia que se da a los hombres sobre las mujeres?   Algunas de las disparidades culturales, legales y políticas entre hombres y mujeres reflejan las evidentes diferencias biológicas entre los sexos. Parir ha sido siempre cosa de mujeres, porque los hombres carecen de útero. Pero alrededor de esta cuestión dura y universal, cada sociedad ha acumulado capa sobre capa ideas y normas culturales que tienen poco que ver con la biología. Las sociedades asocian una serie de atributos a la masculinidad y a la feminidad que, en su mayor parte, carecen de una base biológica firme.   Por ejemplo, en la democrática Atenas del siglo V a.C., un individuo que poseyera un útero no gozaba d...

El precio del dinero

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  El dinero se basa en dos principios universales:   a) Convertibilidad universal: con el dinero como alquimista, se puede convertir la tierra en lealtad, la justicia en salud y la violencia en conocimiento.   b) Confianza universal: con el dinero como intermediario, cualesquiera dos personas pueden cooperar en cualquier proyecto.  Estos principios han permitido a millones de extraños cooperar efectivamente en el comercio y la industria. Pero estos principios aparentemente benignos tienen un lado oscuro. Cuando todo es convertible, y cuando la confianza depende de monedas y cauris anónimos, esto corroe las tradiciones locales, las relaciones íntimas y los valores humanos, y los sustituye por las frías leyes de la oferta y la demanda.  Las comunidades y familias humanas siempre se han basado en la creencia en cosas «que no tienen precio», como el honor, la lealtad, la moralidad y el amor. Estas cosas quedan fuera del ámbito del mercado, y no debería...

La búsqueda de una vida más fácil trae muchas privaciones

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  ¿Cuántos jóvenes graduados universitarios han accedido a puestos de trabajo exigentes en empresas potentes, y se han comprometido solemnemente a trabajar duro para ganar dinero que les permita retirarse y dedicarse a sus intereses reales cuando lleguen a los treinta y cinco años? Pero cuando llegan a esa edad, tienen hipotecas elevadas, hijos que van a la escuela, casa en las urbanizaciones, dos coches como mínimo por familia y la sensación de que la vida no vale la pena vivirla sin vino realmente bueno y unas vacaciones caras en el extranjero. ¿Qué se supone que tienen que hacer, volver a excavar raíces? No, redoblan sus esfuerzos y siguen trabajando como esclavos. Una de las pocas leyes rigurosas de la historia es que los lujos tienden a convertirse en necesidades y a generar nuevas obligaciones. Una vez que la gente se acostumbra a un nuevo lujo, lo da por sentado. Después empiezan a contar con él....

Los necios y la prensa responsable

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Admitiendo que entre los siete mil millones de habitantes del planeta haya una dosis inevitable de  necios, muchísimos de ellos antaño comunicaban sus desvaríos a sus íntimos o a sus amigos del bar, y de este modo sus opiniones quedaban limitadas a un círculo restringido. Ahora una consistente cantidad de estas personas tienen la posibilidad de expresar las propias opiniones en las redes sociales. Por lo tanto, esas opiniones alcanzan audiencias altísimas, y se confunden con muchas otras expresadas por personas razonables. Nótese que en mi noción de necio no había connotaciones racistas. Nadie es necio de profesión (salvo excepciones), pero una persona que es un excelente tendero, un excelente cirujano, un excelente empleado de banco puede decir estupideces sobre argumentos de los cuales no es competente, o sobre los que no ha razonado bastante. Entre otras cosas porque las reacciones en internet se hacen en caliente, sin que dé tiempo de reflexionar. Es justo que la r...

El secreto de la felicidad... al menos alguna pista

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Quiero que conozcas el secreto del la felicidad, algo tan sencillo que da la impresión de que por eso mucha gente no lo pilla. El truco consiste en dedicarte a hacer lo que quieras, lo que te haga feliz, siempre que no perjudiques a los que te rodean. No es hacer lo que crees que deberías. Ni lo que te parece que otros creen que deberías hacer, sino actuar de un modo que te procure una inmensa felicidad. Poder contestar con un "no" amable y educado a las cosas que te gustan, alejarte de situaciones que no te ayunan a sentirte realizado, acercarte a aquello que te deleita. 

Encontrad lo que os encanta y dejad que os mate

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Después del inevitable «¿Cuántas horas ensayas al día?» y del «Enséñame las manos», el comentario más habitual que me suele hacer la gente cuando se entera de que soy pianista es el siguiente: «Yo tocaba el piano de pequeño, lamento mucho haberlo dejado». Supongo que los escritores han perdido la cuenta de la cantidad de personas que les han dicho «que siempre han llevado un libro en su interior». Parece que nos hemos convertido en una sociedad de creatividad perdida y añorada. Un mundo en el que la gente se ha rendido (o los han forzado a rendirse) a una vida sonámbula compuesta por el trabajo, las obligaciones domésticas, lo pagos de la hipoteca, la comida basura, la tele basura, el todo basura, ex-mujeresEl enfadadas, hijos con déficit de atención y el gran atractivo de  comer pollo en un cubo mientras se mandan e-mails a clientes a las ocho de la tarde de un fin de semana.  Hagamos el cálculo, podemos funcionar (a veces de maravilla) con seis horas de sueño por l...