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Monterrey no es una ciudad que permita que se deshonre a un literato

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Monterrey es una ciudad de larga y brillante tradición literaria. Recuerda con orgullo y placer que Robert Stevenson vivió allí. La Isla del Tesoro tiene sin duda la topografía y trazado costero de Punta Lobos. Más recientemente ha habido en Carmel otros literatos, pero sin el antiguo perfume, la antigua dignidad de la bellas letras. Una vez la ciudad se escandalizó grandemente con algo que los ciudadanos consideraron ultrajante para un autor. Fue con motivo de la muerte de Josh Billings, el gran humorista. Donde está ahora el nuevo edificio de Correos había una quebrada profunda por la que corría el agua, y un pequeño puente sobre ella. En uno de los lados de la quebrada había un viejo edificio, el «Adobe Bar», y en el otro lado la casa del médico que atendía todas las enfermedades, los nacimientos y las muertes de la ciudad. El médico hacía experimentos con animales y como había estudiado en Francia, solía embalsamar los cadáveres antes de que los enterrasen. Algunas personas con...

RESISTIR

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Hay que desconfiar de quien trata de convencernos con argumentos distintos de la razón, es decir de los líderes carismáticos: hemos de ser cautos en delegar en otros nuestro juicio y nuestra voluntad. Puesto que es difícil distinguir los profetas verdaderos de los falsos, es mejor sospechar de todo profeta; es mejor renunciar a la verdad revelada, por mucho que exalten su simplicidad y esplendor, aunque las hallemos cómodas porque se adquieren gratis. Es mejor conformarse con otras verdades más modestas y menos entusiastas, las que se conquistan con mucho trabajo, poco a poco y sin atajos por el estudio, la discusión y el razonamiento, verdades que pueden ser demostradas y verificadas. Es evidente que esta receta es demasiado simple como para cubrir todos los casos: un nuevo fascismo, con su retahíla de intolerancias, prepotencias y servidumbre, ha nacido fuera de nuestro país y es importado, quizás de puntillas de pies y haciéndose llamar con otros nombres; y ahora se ha d...

La realidad supera a la imaginación

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A cada momento suceden cosas terribles en el mundo. A la gente la torturan y la ahorcan en los sótanos de las cárceles de Siria. Los emigrantes centroamericanos son despojados y asesinados por los bandidos que asaltan ese tren terrible que llaman La Bestia. La gente se ahoga en el Mediterráneo queriendo cruzar desde África a las costas del sur de Europa. En las fronteras se levantan muros o altas vallas de alambre espinoso, iluminados de noche por reflectores, equipados con sensores automáticos, patrullados por policías y soldados con perros de presa y armas automáticas. Un muro de cemento puede dividir entre dos mundos un olivar de Palestina. Helicópteros y todoterrenos blindados de la policía dan caza en los desiertos de Texas y de Arizona a los emigrantes que han conseguido atravesar la frontera. A una niña le queman la cara con ácido en Afganistán porque quiere ir a la escuela. Una cuadrilla de cinco borrachos viola a una muchacha en una bárbara fiesta española y se graban con l...

Envejecer juntos

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Podría reconocer tus manos entre un millón de manos, me sé la forma de tus nudillos, tendones, venas, uñas, líneas adivinatorias. Y tu cuerpo. Las veces en que todavía te desnudas delate de mí, para cambiarte de ropa con prisa o al salir de la ducha, el momento fugaz en que veo tus pechos. La carne menos firme de los brazos, el vientre hinchado, las caderas moldeadas por dos embarazos, las nalgas blanquecinas y tiernas, las varices culebreando por las piernas, los dedos de los pies ya deformados. Cada parte del cuerpo por separado muestra esa huella del tiempo, la manera en que nos vamos gastando. Y me doy cuenta de que así contado, parte a parte, centímetro a centímetro, con quizás demasiada definición y prosa de autopsia, puede darte la impresión de deterioro, de fealdad, de desagrado incluso, pero nada de eso, al contrario: la observación detallada es una muestra de admiración. De belleza. Y el conjunto, cuando abro el campo para verte entera, el conjunto de todos esos fragmento...

Así habría que estar siempre

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Así habría que estar siempre, pensó él. Sacó el paquete de tabaco del bolsillo y sostuvo la caña del timón entre el brazo y el cuerpo mientras intentaba liarse un cigarrillo. Tenía los dedos mojados y el papelillo se le rompió. Sacó otro papelillo, que también se le rompió. La chica le preguntó si quería que lo hiciera ella. Él le lanzó el paquete de tabaco. - Esta es una buena vida - dijo. - Así habría que estar siempre - Sí. Deberíamos hacer siempre lo que nos apetece. - Para eso hay que tener dinero. No puedes hacer lo que te apetece sin dinero. - Ya. Eso es lo fastidioso. Y para conseguir dinero tienes que hacer algo que no te apetece, y entonces ya no tiene mucho sentido.

No juzgar a alguien por los libros que tiene

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Si durante toda vuestra vida habéis sido lectores, es probable que vuestros hábitos de lectura estén tan arraigados que sean virtualmente inconscientes, por lo que colocarlos en primer término puede resultar un experimento la mar de interesante. Para hacerlo, considerad las siguientes cuestiones: ¿leéis las notas a pie de página sobre la marcha, una vez habéis acabado o jamás? ¿Leéis los ensayos introductorios y todo lo que aparece al final o consideráis que el «libro» es el texto en sí y que termina en el último capítulo? ¿Tratáis de no «contaminar» vuestra experiencia de lectura evitando cualquier sinopsis, publicidad o elogio de la crítica que pueda aparecer en la contraportada? Tal vez no leáis nada hasta que estáis familiarizados con el consenso crítico. ¿Tenéis varios libros empezados a la vez, pongamos por caso: una obra de ficción, otra de filosofía, una tercera de religión y quizás algo de poesía? ¿Os sentís intranquilos si no dedicáis al menos unos minutos al día a...